Peronismo y salarios reales: otra mirada al período 1939-1956

Carlos Newland
Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas , Argentina
Eduardo Martín Cuesta
Instituto Interdisciplinario de Economía Política de Buenos Aires, Argentina

Investigaciones y Ensayos

Academia Nacional de la Historia de la República Argentina, Argentina

ISSN: 2545-7055

ISSN-e: 0539-242X

Periodicidad: Semestral

vol. 64, 2017

publicaciones@anhistoria.org.ar

Recepción: 09 Junio 2017

Aprobación: 29 Junio 2017



Resumen: Las investigaciones sobre la evolución de los salarios en Argentina, bajo el liderazgo político de Juan Domingo Perón (a partir de 1943 y hasta 1955), coinciden en señalar un incremento en sus niveles reales, en particular y de manera extraordinaria entre 1946 y 1949. La imagen de una mejora en las remuneraciones y su poder adquisitivo se apoya fundamentalmente en la evolución de los salarios industriales y el índice de precios al consumidor de la ciudad de Buenos Aires. En este trabajo se profundiza el análisis de la trayectoria de las retribuciones sumando otros sectores (rural, servicio doméstico, construcción y empleados estatales). Asimismo, se evalúa si el índice de precios tradicionalmente utilizado puede considerarse como representativo del movimiento general de precios durante el periodo analizado. Entre las conclusiones, puede mencionarse que la evolución de los salarios reales muestra una trayectoria menos favorable a la señalada por la historiografía. Los operarios manufactureros fueron un grupo privilegiado, situación que no puede extenderse automáticamente al resto de los trabajadores. Por otra parte, los fuertes aumentos logrados a principios de la presidencia de Perón se diluirían con el tiempo; para 1955 los salarios reales habían regresado a niveles similares a los de 1939.

Palabras clave: Peronismo, precios, salarios, inflación, Segunda Guerra Mundial.

Abstract: Studies covering the evolution of wages in Argentina under the political leadership of Juan Domingo Perón (from 1943 until 1955) coincide in pointing out an increase in their real levels, particularly and especially between 1946 and 1949. The image of an improvement in wages and its purchasing power has been based mainly on the contrast of the evolution of industrial salaries and the consumer price index of the city of Buenos Aires. This paper seeks to deepen the analysis of the wages by adding other relevant sectors (rural, domestic service, construction and state employees). It also assesses whether the traditionally used price index can be considered representative of the general price movement during the period analyzed. Among the conclusions of the paper it can be mentioned that real wages shows a less favorable trajectory than the one indicated by the historiography. The paper emphasizes that the manufacturing laborers were a privileged group, a situation that cannot automatically be extended to the rest of the workers. On the other hand, the strong gains achieved at the beginning of Perón's presidency would dilute over time. By 1955 real wages had returned to levels similar to those of 1939.

Keywords: Peronism, prices, wages, inflation, World War II.

Introducción

La imagen presentada usualmente por la historiografía sobre la evolución de los salarios reales en Argentina, desde la aparición política de Juan Domingo Perón en 1943 hasta su caída en 1955, es de un notable progreso, en especial, durante los años 1947 y 1948. Luego de años de estancamiento durante la Segunda Guerra Mundial, los incrementos de sueldos se habrían acelerado como consecuencia de la aplicación de políticas laborales favorables y del crecimiento de la economía en general. Aunque se señala que las altas remuneraciones alcanzadas serían parcialmente socavadas por la crisis sufrida a partir de 1949, para 1955 los salarios se habrían recuperado y sobrepasado su máximo nivel anterior. El cuadro general es, por lo tanto, favorable a la política laboral peronista que habría logrado con su apoyo a los trabajadores, y por la nueva legislación, mejorar la participación de los asalariados en el ingreso [1]. Inclusive un autor en general no muy amigable al gobierno justicialista, Carlos Díaz Alejandro, encuentra que las estadísticas disponibles convalidaban la imagen de una mejora en los niveles salariales. Así llega a expresar: “lo cierto es que las políticas peronistas contribuyeron a elevar las tasas de los salarios reales después de 1945-46” [2].

Un cuadro de mejora de las retribuciones reales es, sin embargo, conflictivo con estimaciones de la productividad de la mano de obra, que entre 1940 y 1955 se mantuvo estancada [3]. La teoría económica predice que aumentos salariales superiores a los incrementos de productividad laboral tenderán a producir contracción y desempleo y, en última instancia, generarán fuerzas en el mercado laboral tendientes a reducir los niveles de remuneración. ¿Cómo pudieron sostenerse entonces los incrementos salariales peronistas en este contexto? Una de las respuestas es simple: los cálculos sobre la evolución salarial real son sesgados o imperfectos. El mismo Díaz Alejandro expresó algunas dudas sobre si la mayor gravitación observada por los salarios en el ingreso en la época podría estar afectada por incluirse en las estimaciones solo algunos sectores en los que se verificaron los mayores incrementos salariales. Aunque Díaz Alejandro no profundizó la cuestión, señaló al pasar que las mejoras salariales obtenidas con el apoyo del gobierno peronista por algunos grupos de trabajadores podrían haberse logrado a costa de otros conjuntos sociales [4].

Carlos Moyano Llerena también destacó una evolución muy dispar en los ingresos de los trabajadores en la época considerada [5]. Marcó como claros ganadores a aquellos grupos que tenían mayor gravitación política y gremial, como los empleados en la industria, el comercio o el transporte. Entre los menos beneficiados estarían los empleados públicos, el servicio doméstico y los peones rurales. Otra medición que es conflictiva con un cuadro de mejora general salarial desde 1940, es la antropométrica. Las estimaciones de altura de la población del conurbano bonaerense ofrecidas por Salvatore muestran una tendencia negativa para los supuestamente mejores años peronistas, 1945-1949 [6]. Su análisis de la desnutrición infantil en el mismo lapso tiende a confirmar una visión más bien pesimista. Por ello, el autor pone en cuestión la descripción usual de mejora general del bienestar, indicando que lo que ocurrió fue una evolución muy dispar entre distintos conjuntos laborales. El grupo perdedor estaría constituido especialmente por los migrantes internos empleados en sectores no sindicalizados [7]. Un panorama negativo también la ofrece el consumo per cápita, que muestra una caída a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. De allí en más el indicador se estanca, y para 1955 sus valores serían similares a los de 1939 [8].

La imagen del progreso de las remuneraciones presentada por la historiografía se sustenta fundamentalmente en el contraste de la evolución de los salarios industriales nominales y el índice de precios al consumidor de la ciudad de Buenos Aires. Esta medición es implícitamente proyectada a los trabajadores en su conjunto. En este trabajo se busca profundizar el análisis de la trayectoria de las retribuciones reales en Argentina entre 1939 y 1956, sumando al sector industrial, otros relevantes como el rural, el servicio doméstico, la construcción y empleados estatales, de modo de arribar a un cuadro de remuneraciones más comprensivo. Asimismo, se evalúa si el índice de precios de la ciudad de Buenos Aires puede considerarse representativo del movimiento general durante el período analizado o si bien corresponde sustituirlo o complementarlo con otras series estadísticas. Debe advertirse que los cálculos aquí presentados corresponden a un área geográfica relevante pero limitada [9], que abarca la ciudad y la provincia de Buenos Aires, sin pretenderse necesariamente que las conclusiones sean proyectables a todo el resto del país.

Los salarios nominales

La historiografía económica que ha abordado el período utilizó exclusivamente series de salarios industriales. Los datos base se toman de la publicación de la Dirección Nacional de Estadísticas y Censos [10]. Por ejemplo, tanto Díaz Alejandro [11] como CEPAL [12], calculan la evolución de los salarios industriales con la serie de salarios pagados por la industria [13], en relación con la cantidad de horas trabajadas. Gerchunoff [14] también utiliza los datos del total de salarios pagados por la industria publicados en el Anuario Estadístico de la República Argentina de 1957 [15]. Una grave falencia de estos datos es que, al ser agregados, podrían estar subsumiendo información importante, como los cambios en la composición del personal capacitado y no capacitado, sin discriminación entre personal obrero, de administración y directivo. Otra serie de datos clásica es la de Llach y Sánchez, muy citada por la historiografía [16]. En este caso, los autores realizan empalmes de diferentes fuentes [17]. La diversidad de orígenes impacta en la homogeneidad y continuidad deseables para la construcción de series, ofreciendo así una imagen impresionista, de los “salarios industriales”, pero no muy precisa para el período peronista [18].

Las grandes compilaciones de datos estadísticos-históricos también presentan solo la evolución de salarios industriales. Ferreres [19], menciona como fuente los datos del INDEC, que se basan en los salarios calculados con la totalidad de remuneraciones pagadas por la industria, en relación a las horas trabajadas. La otra gran compilación, de Carrera [20], realiza un cálculo similar (el salario medio), con las mismas fuentes, complementadas con información publicada por el Banco Central de la República Argentina [21].

Teniendo en cuenta las limitaciones de las series de salarios utilizadas por la historiografía económica, estas se revisaron, reestimaron o completaron buscando continuidad, homogeneidad y amplitud de sectores [22]. En las series elaboradas, cuando correspondía, se ha incorporado el impacto sobre la remuneración de la creación del aguinaldo en diciembre de 1945, que obligaba a los empleadores a abonar anualmente el equivalente a un salario mensual adicional [23].

Para construir las series de salarios industriales y de construcción se tomaron las remuneraciones por hora, actividad y categoría presentados por la Dirección Nacional de Estadística y Censos [24]. La fuente es completa, continua y homogénea, desde 1939 a 1956. Se subdividió el sector industrial en sus ramas metalúrgica y textil. El salario metalúrgico se construyó aplicando una ponderación de un tercio para obreros calificados y dos tercios para no calificados, e incluyó los oficios de electricista, herrero, radiotécnico y tornero. Idéntico criterio de ponderación se aplicó a los obreros textiles, estimación que abarcó a sastres, tejedores de punto y zapateros [25]. La serie de la construcción, que abarca los oficios de albañil, carpintero y pintor, se elaboró utilizando la misma metodología.

Mediante fuentes secundarias se construyó la serie de salarios rurales, sector de gran importancia en la economía de la época. Se estimó tomando un promedio de las estadísticas publicadas por Antonio Vila [26] y por Carlos Moyano Llerena [27]. Vila construyó su serie en un cálculo que otorgaba una ponderación de 80% a los peones y 20% a los capataces de campo [28]. Moyano Llerena [29] indica que sus datos corresponden a la remuneración de un peón de campo, señalando que su origen fue el Ministerio de Trabajo y Previsión [30].

Con fuentes oficiales se relevaron los datos de salarios docentes y ferroviarios. Los salarios docentes se tomaron de un informe del Ministerio de Cultura y Educación [31]. El índice se elaboró tomando con una ponderación de dos tercios al salario de un maestro de grado de tercera categoría, y con el peso de un tercio el salario inicial de un director de escuela. Los salarios de los trabajadores ferroviarios se tomaron de Ferrocarriles Argentinos [32]. En esta fuente se alojan datos de diversas categorías de trabajadores de los ferrocarriles, desde 1935 hasta 1970. El índice se construyó con el promedio simple de la remuneración de las categorías de ayudante de estación (no calificado), ayudante de maquinista (no calificado) y maquinista (calificado).

La remuneración del servicio doméstico se estimó a partir de los pedidos de empleadores de mucamas, muchachas y sirvientas a tiempo completo, publicadas por el diario La Nación durante el mes de junio de cada año [33]. Las tres formas de designar a las empleadas domésticas parecen haber sido utilizadas indistintamente y como sinónimos en la época.

Analizando las series presentadas (Apéndice A) se nota que, a grandes rasgos, las categorías laborales pueden ser reagrupadas en tres conjuntos, según su evolución a lo largo del período (Gráfico 1). El primer conjunto incluye a los textiles y metalúrgicos, quienes aparentan haber sido los más beneficiados en cuanto a la evolución nominal de sus remuneraciones. Sin duda, ello fue consecuencia de que eran sectores fuertemente sindicalizados y cuyas industrias fueron prioritarias para el gobierno peronista, tanto en cuanto a protección de la competencia exterior, como a la asignación a créditos subsidiados. Con el promedio de las series de textiles y metalúrgicos se construyó la serie “Beneficiados”.

Índices de
Salarios de los Sectores “Beneficiados”, “Intermedios” y “Perjudicados”,
1939-1956 (base 100=1939)
Gráfico 1
Índices de Salarios de los Sectores “Beneficiados”, “Intermedios” y “Perjudicados”, 1939-1956 (base 100=1939)
Ver apéndices A y B y texto

Un segundo grupo percibió menores aumentos, este compuesto por los obreros de la construcción, las empleadas domésticas y los trabajadores rurales. Estos últimos pertenecían a un sector que se estancó y fue perjudicado por las políticas de precios durante el peronismo. Por otra parte, la oferta de empleadas domésticas y obreros de la construcción se vieron muy incrementadas por la enorme migración del campo a los centro urbanos, factor que seguramente deprimió sus niveles salariales [34]. Del promedio de estos tres conjuntos resulta la serie “Intermedios”.

Finalmente, un tercer grupo estuvo compuesto por los docentes y los empleados ferroviarios (cuyos puestos pasaron a depender del Estado en 1948, cuando se nacionalizaron los ferrocarriles). Este conjunto fue muy afectado en el período considerado, y por ello las dos categorías se fusionan en una serie única denominada “Perjudicados” [35]. Aunque no se han incorporado al grupo por no provenir de una fuente comparable, las remuneraciones de los integrantes de la Policia Federal parecen haber tenido un comportamiento negativo similar [36].

Del análisis de las variaciones de cada grupo respecto a la media (Gráfico 2) resulta patente que en todo momento el grupo “Beneficiados” (industrial) superó al resto [37]. En cuanto a los otros dos conjuntos, siguen un comportamiento parcialmente similar hasta 1947, momento a partir del cual los trabajadores dependientes del Estado fueron los perdedores netos.

Evolución relativa (cada serie respecto del
promedio general), del Índice de Salarios de los Sectores “Beneficiados”,
“Intermedios” y “Perjudicados”, 1939-1956 (base 100=1939)
Gráfico 2
Evolución relativa (cada serie respecto del promedio general), del Índice de Salarios de los Sectores “Beneficiados”, “Intermedios” y “Perjudicados”, 1939-1956 (base 100=1939)
Ver apéndices A y B y texto

Finalmente, se ha construido un índice general de salarios nominales. Para ello se intentó encontrar ponderaciones razonables de los grupos laborales sobre los que se poseían datos, ponderaciones que debían, en lo posible, capturar tanto el número de trabajadores, como el peso económico del sector en cuestión. Sobre la base de la producción agregada y empleados presentados en CEPAL [38] y el Censo Nacional de 1947, se aplicaron las siguientes ponderaciones: 32% a los trabajadores rurales, 32% al sector manufacturero (textil y metalúrgico), 11% a la construcción, 10% al personal doméstico y 15% a los empleados dependientes del Estado (docentes y ferroviarios).

Comparación de Índices de Salarios Nominales
1939-1956, calculados por Díaz-Alejandro (1984), con los Índices de
“Beneficiados” y “General” (base 100=1939)
Gráfico 3
Comparación de Índices de Salarios Nominales 1939-1956, calculados por Díaz-Alejandro (1984), con los Índices de “Beneficiados” y “General” (base 100=1939)
Ver apéndices A y B y texto

Cuando se contrasta esta serie general obtenida con aquellas utilizadas usualmente en la historiografía (como Díaz Alejandro) surge un panorama distinto sobre de la evolución de los salarios nominales (Gráfico 3). La serie general aquí elaborada tiene claramente una evolución menor en su magnitud. Ello no solo ocurre a nivel general, sino que incluso los “Beneficiados” (industriales), más comparables con la serie presentada por Díaz Alejandro, tienen una evolución inferior. Ahora que se posee una serie más completa de los salarios nominales se puede pasar a analizar su evolución en términos reales. Pero para ello se debe realizar una evaluación del índice de precios generalmente utilizado por la historiografía.

La medición de la inflación

La historiografía ha analizado la inflación del periodo utilizando el Índice de Precios al Consumidor (IPC) [39], confeccionado con los datos relevados y trabajados por la División de Estadística [40], que fueron publicados junto con las canastas de consumo [41] por la Dirección Nacional de Estadística y Censos en 1963 [42]. La canasta utilizada originalmente (de 1933) fue recalculada en 1943. Ambas se basaron en el consumo de una familia obrera urbana, cuyo tipo medio estaba integrado por padre, madre y tres hijos.

La cuestión mas problemática es en qué medida este IPC captó la evolución de los precios [43]. Un problema es que la inflación desatada alrededor de 1943 tuvo como correlato la continua aplicación de controles de precios, en particular durante toda la presidencia de Perón (1946-1955). Estos controles tenían como objetivo principal los bienes consumidos en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires y en algunos municipios del conurbano, e incluían la determinación de valores de los alimentos, vestimenta, alquileres, transporte, artículos para el hogar y medicamentos. Es decir, la mayor parte de los precios de los productos capturados por el índice fueron afectados por las disposiciones del gobierno. Como es usual, en muchos casos, los precios a los que se efectuaban las transacciones fueron superiores a los permitidos. Es natural que los funcionarios que elaboraron el índice tomaran los valores máximos autorizados y no aquellos de mercado [44]. Por otra parte, existió una manipulación estadística de algunas series que componían el índice, de modo de registrar aumentos de precios menores a los reales [45]. Por estos factores, el índice indudablemente subestimó el aumento de los precios.

Por lo menos dos rubros perdieron sus valores relativos iniciales ante el aumento de la inflación y los controles de precios. Uno fue el servicio público, como el transporte ferroviario y el eléctrico. La pérdida de valor, en términos reales, claramente benefició a los consumidores, un efecto que impulsó el índice de precios a la baja. El otro rubro fueron los alquileres, cuyos niveles fueron controlados y en parte congelados a partir de 1943. La medida gubernamental implicó que aquellos consumidores que ya eran locatarios fueran beneficiados en sus ingresos reales, lo que fue capturado en el rubro alquileres del IPC. Sin embargo, aquellos trabajadores que ingresaron al mercado de vivienda, posteriormente a 1943, se vieron dramáticamente afectados a medida que la oferta de alquileres se retraía y desaparecía. En la práctica, ello implicó para este grupo un aumento importante del gasto, debiendo pasar vivir en zonas más alejadas a sus trabajos, donde pudieran adquirir u ocupar terrenos y construir sus viviendas. El rubro del IPC debería haber capturado este efecto, pero el índice computó solo los alquileres que estaban vigentes en 1943, y no el gasto real de los ingresantes al mercado de vivienda [46].

Teniendo en cuenta lo mencionado, puede afirmarse que el IPC de la ciudad de Buenos Aires no refleja adecuadamente los aumentos de los precios del período, y solo puede ser tomado como una referencia de nivel mínimo de los incrementos. Según el IPC la inflación total entre 1939 y 1956 fue de 867%. Otros índices muestran incrementos bastante superiores: el Índice de Precios Mayoristas –IPM– indica un aumento de 1203% entre 1939 y 1956; el índice de precios del costo de la construcción, de 1598%, y el Índice de Precios para la Subsistencia Rural –IPR– [47] un 1184% [48].

Índices de Precios de Buenos Aires, 1939-1956 (base 100=1939)
Gráfico 4
Índices de Precios de Buenos Aires, 1939-1956 (base 100=1939)
Ver apéndices A y B y texto

De los cuatro índices de precios exhibidos, el IPC es el menor de todos, con una diferencia que va desde un 20% a un 50% con respecto al resto. El IPCC fue el más elevado, dejando en segundo lugar el IPR. Por otro lado, el IPR era relevante ya afectaba en particular a una parte importante de la población que habitaba en zonas rurales [49]. El IPM captó la evolución de los precios al por mayor, donde la regulación fue mucho menor. Asimismo, captura los precios de productos que son relevados también en el IPC, como alimentos, vestimenta, combustibles, etc. Claramente, en estos casos, se observa una evolución de los precios en un nivel mayor el IPC, tanto por la menor regulación, como por posibles cambios en los márgenes de ganancia de la cadena de comercialización.

El IPCC, que seguramente afectó la vida y consumo de los asalariados, muestra un sustantivo incremento relacionado con la oferta y demanda de productos claves de la construcción.

En este trabajo se ha optado por utilizar como deflactor una combinación del IPC y el IPR, esperando que este indicador capture más adecuadamente el movimiento general de precios del período en Buenos Aires. Por un lado, se toma el sendero de precios más bajo (IPC), y por el otro, la evolución de los precios rurales de consumo no afectados por la regulación y los mecanismos de control y represión de precios. El índice general aquí presentado aplica una ponderación de 68% del IPC y de 32% del IPR (según la proporción de trabajadores urbanos y rurales). Este nuevo indicador muestra un incremento de los precios entre 1939 y 1956 de 967%, aumento que parece reflejar mejor la realidad de Buenos Aires (ciudad y provincia), aunque posiblemente sigue subestimando el aumento general real.

Salario Real

En este apartado se deflactan en primer lugar los salarios nominales por sectores (“Perjudicados, “Intermedios” y “Beneficiados”) con el nuevo índice de precios presentado en la sección anterior.

Gráfico 5
Gráfico 5
Ver Apéndices A Y B y texto

Del análisis de la evolución del salario real por sectores quedan claras varias tendencias. Todos los grupos caen en su poder adquisitivo desde 1939 hasta 1942, indudablemente por el impacto del inicio de la guerra que especialmente afectó a los ingresos del sector agrícola al discontinuarse la exportación de granos a Europa y dificultarse la adquisición de importaciones. A partir de ese año los “Beneficiados” (industriales) mejoran gradualmente hasta volver en 1945 a su nivel inicial. La causa de esta recuperación fue en buena medida fruto de la sustitución de importaciones, como de la exportación de manufacturas al resto de América Latina ante el retiro de sus proveedores habituales ahora inmersos en el conflicto mundial. En cambio, los grupos “Intermedios” o “Perjudicados” continúan en una tendencia negativa. En particular, el grupo del ámbito estatal continúa en un sendero descendente durante todos los años del gobierno peronista. El grupo Industrial comienza a mejorar su situación hasta lograr importantes mejoras en términos reales, situación que llega a su máximo en 1948, para descender en los años siguientes volviendo a su nivel de 1939 en 1952, manteniéndose estancado de allí en más. El empresariado industrial recibió alicientes en esos años, que le permitieron hacer frente transitoriamente a los mayores costes laborales, como un proteccionismo extremo y créditos subsidiados, situación que finalmente no podría ser mantenida.

Índice de
Salario Real en Buenos Aires, 1939-1956 (base 100=1939)
Gráfico 6
Índice de Salario Real en Buenos Aires, 1939-1956 (base 100=1939)
Ver apéndices A y B y texto.

Si se analiza el índice general de salarios reales se nota a partir de 1939 una tendencia a la baja que perdura hasta 1947. Esta situación acompaña, en buena medida, la evolución de las medidas antropométricas. La guerra trajo una represión del consumo y los niveles de vida, situación que continuó durante los primeros años del gobierno peronista. Solo en los años 1948 y 1949 se sobrepasaron por algún margen los niveles de 1939 que luego se estancaron o inclusive cayeron [50]. Los “años felices” del peronismo se limitaron al sector manufacturero de los trabajadores. Para el resto la realidad fue estancamiento o empeoramiento. A nivel global, los niveles de salarios reales para 1955 se situaban en niveles similares a los de 1939, un hecho que contrasta con la situación más favorable de muchos otros países en el mismo lapso [51].

Consideraciones Finales

La historiografía que se ocupa del primer gobierno peronista ha considerado que la evolución de los salarios reales durante las décadas de 1940 y 1950 tuvo un incremento sustantivo. Esta afirmación se sostiene en utilizar como deflactor de remuneraciones nominales industriales el índice general de precios de la ciudad de Buenos Aires. Esta imagen ocupa un rol central en los marcos explicativos de las motivaciones de adhesión de los trabajadores al movimiento político peronista, así como en la construcción de un período “feliz” de la clase obrera.

En este trabajo se presenta un cuadro de alta variabilidad, tanto de la evolución sectorial de salarios, como de los diversos índices de precios elaborados para la época. Una nueva estimación de las remuneraciones reales muestra que luego de haber caído a lo largo de la Segunda Guerra Mundial, se elevan en la segunda mitad de la década de 1940, para luego disminuir durante el primer quinquenio de la década siguiente. En el escenario más pesimista, los salarios reales hacia 1955 habrían caído por debajo de los valores de 1939. En el escenario más optimista, las retribuciones llegaron en 1955 a valores sólo marginalmente más elevados a los existentes antes del conflicto mundial [52].

Se pudo observar tres grupos de asalariados. Los que lograron superar a la inflación, aumentando sus remuneraciones reales (industria), los que se mantuvieron a un mismo nivel (construcción, rurales y servicio doméstico) y los que empeoraron (estatales).

En promedio, y a lo largo del lapso considerado, los salarios reales no aumentaron significativamente, como ocurrió en otras partes del mundo. Esta situación es compatible con la estabilidad observada en otros indicadores económicos, como el consumo per capita y la productividad laboral. Si la productividad no se incrementó, ¿cómo pudieron aumentar significativamente, aunque transitoriamente, los salarios reales industriales en 1948 y 1949? Sin duda, una de las explicaciones es que fue a costa de las ganancias empresariales, situación que en los años siguientes sería revertida al aumentar más los precios que las remuneraciones. Por otra parte, la industria tuvo ingresos extraordinarios que habrían posibilitado financiar los incrementos por la virtual prohibición de importaciones competitivas y por el significativo aumento de crédito subsidiado. Dado este cuadro, no es sorprendente la preocupación del gobierno peronista en sus últimos años, tanto de lograr aumento de productividad, como de reducir la inflación [53].

Un elemento no considerado en las estimaciones de este trabajo, que habría reducido aún más el poder adquisitivo de los trabajadores, es el descuento por aportes jubilatorios que comenzó a extenderse a todos los sectores. Dado las diferentes deducciones preexistentes (desde inicio de siglo) en los diferentes gremios y ramas de la industria, resulta complejo calcular su impacto. Estas deducciones podrían ser consideradas como un nuevo impuesto al trabajo [54], ya que mayormente se utilizaron para financiar la expansión estatal y no para desarrollar fondos de retiro.

Finalmente, también cabe mencionar que la estimación de los salarios reales en el período no incluye beneficios no directamente remunerativos que percibieron los trabajadores, como beneficios laborales (vacaciones pagas, horas trabajadas), o jurídicos y sindicales. Tampoco otros elementos que pueden haber sido beneficiosos para los empleados, como la expansión del sistema sanitario o educativo. Otra vez una evaluación completa es compleja, dado que también requeriría conocer mejor la situación anterior y cuantificar su evolución.

Apéndice A

Índices de Salarios Nominales de Buenos Aires de diferentes
ocupaciones, Índice de Salarios de Buenos Aires, e Índices de Salarios por
Sectores, 1939-1956 (base 100=1939)
Apéndice A.1
Índices de Salarios Nominales de Buenos Aires de diferentes ocupaciones, Índice de Salarios de Buenos Aires, e Índices de Salarios por Sectores, 1939-1956 (base 100=1939)
Salarios de Metalúrgicos, Textiles y Construcción de Anuario Estadístico de la República Argentina (1959). Salarios rurales de Vila (1958) y Moyano Llerena (1957). Salarios de Servicio Doméstico de avisos publicados en Diario La Nación (1939 a 1956). Salarios Docentes de Ministerio de Cultura y Educación (1976). Salarios Ferroviarios de Ferrocarriles Argentinos (1976). El índice ponderado se construyó según ponderación de CEPAL (1958) y el Censo General de 1947. Para más detalles ver el texto.


Apéndice A.2
Ver apéndice A y el texto


Apéndice A.3
Ver apéndice A y el texto

Apéndice B

Índice de Precios al Consumidor (CABA), Índice de Precios Mayoristas
(CABA), Índice del Costo de la Construcción (CABA), Índice de Precios Rurales
de Subsistencia e Índice de Precios al Consumidor de Buenos Aires, 1939-1956
(base 100=1939)
Apéndice B
Índice de Precios al Consumidor (CABA), Índice de Precios Mayoristas (CABA), Índice del Costo de la Construcción (CABA), Índice de Precios Rurales de Subsistencia e Índice de Precios al Consumidor de Buenos Aires, 1939-1956 (base 100=1939)
IPC, CABA, Dirección Nacional de Estadísticas y Censos (1963). IPM CABA: Banco Central de la República Argentina (1962). IP Rural, Vila (1958). IP Construcción, Dirección Nacional de Estadísticas y Censos (1961). El índice del costo de la construcción del año 1939 se ha estimado por una media entre el salario del los albañiles y carpinteros de la Ciudad de Buenos Aires, y un promedio de los precios mayoristas de los rubros "Piedra, Tierras y Vidrio", "Maderas" y "Hierros y Acero", componentes del Índice de Precios Mayoristas. El Índice de Precios al Consumidor de Buenos Aires es la ponderación del IPC CABA y el IP Rural, en proporción de 68 y 32 por ciento respectivamente. Para más detalles ver el texto.

Apéndice C

Índice de Salario Real en Buenos
Aires, por sectores, 1939-1956 (base 100=1939)
Apéndice C
Índice de Salario Real en Buenos Aires, por sectores, 1939-1956 (base 100=1939)
Ver apéndice A y B y el texto

Apéndice D

Índice de Salarios Nominales, Índice de Precios de Buenos Aires e
Índice de Salario Real de Buenos Aires, 1939-1956 (base 100=1939)
Apéndice D
Índice de Salarios Nominales, Índice de Precios de Buenos Aires e Índice de Salario Real de Buenos Aires, 1939-1956 (base 100=1939)
Ver apéndice A y B y el texto

Referencias

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Vicente Vázquez Presedo, Auge y Decadencia de la Economía Argentina, Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias Económicas, 1992, p. 154.

Notas

[1] Ver, por ejemplo, Mónica Peralta Ramos, La economía política argentina: Poder y clases sociales (1930-2006), Buenos Aires, FCE, 2007, pp. 101-102; Mario Rapoport, Historia económica, política y social de la Argentina, 1880-2003, Buenos Aires, Editorial Emecé, 2008, p. 405; Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, El ciclo de la ilusión y el desencanto, Buenos Aires, Ariel Sociedad Económica, 2000, pp. 208-211; Claudio Belini y Juan Carlos Korol, Historia Económica de la Argentina en el siglo XX, Buenos Aires, Siglo XXI, 2012, pp. 113-150. Una obra reciente que también presenta esta perspectiva es: Natalia Milanesio, Cuando los trabajadores salieron de compras. Nuevos consumidores, publicidad y cambio cultural durante el primer peronismo, Buenos Aires, Siglo XXI, 2014.
[2] Carlos Díaz Alejandro, Ensayos sobre la historia económica argentina, Buenos Aires, Amorrortu, 1983, p. 128.
[3] Ver la estimación de Díaz Alejandro, ibídem, p. 422.
[4] Ibídem, pp. 126-129.
[5] Carlos Moyano Llerena, “El nivel de vida de los asalariados”, en: Revista Panorama de la Economía Argentina, Buenos Aires, Estudio Llerena, 1957, agosto, pp. 90-100. También: Carlos Moyano Llerena, “La experiencia de 15 años”, en: Revista Panorama de la Economía Argentina, nº 3, Buenos Aires, Estudio Llerena, 1957, diciembre, pp. 4-15.
[6] Ricardo Salvatore, “Heights, Nutrition, and Well-Being in Argentina, ca. 1850–1950. Preliminary Results”, en: Revista de Historia Económica, Journal of Iberian and Latin American Economic History, 25:1, Madrid, Universidad Carlos III, 2007, pp. 53-85.
[7] Ibídem, pp. 74-77.
[8] Ver: Banco Central de la República Argentina, Memoria Anual. Undécimo Ejercicio 1945, Buenos Aires, 1946, p. 5; y las estimaciones del consumo per cápita presentado en los anexos de CEPAL, El desarrollo económico de la Argentina, Santiago de Chile, CEPAL, 1958.
[9] Según el Censo General de 1947, la población total del país alcanzaba los 16 millones de habitantes. La ciudad de Buenos Aires tenía 3 millones de habitantes y la provincia de Buenos Aires 4,2 millones.
[10] Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, Anuario Estadístico de la República Argentina 1957, DNEyC, Buenos Aires, 1959.
[11] Tanto Carlos Díaz Alejandro, Ensayos sobre la historia económica argentina, Buenos Aires, Amorrortu, 1983; como CEPAL, El desarrollo económico de la Argentina, Santiago de Chile, CEPAL, 1958; y el Banco Central de la República Argentina, Series históricas de cuentas nacionales de Argentina, Buenos Aires, BCRA, 1976, calculan la evolución de los salarios nominales mediante el cociente del total de salarios pagados por la industria y la cantidad de obreros ocupados, ajustando el resultado por la cantidad de horas trabajadas, a nivel nacional. Las series fueron publicadas por la Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, Anuario Estadístico de la República Argentina 1957, DNEyC, Buenos Aires, 1959, pp. 286-294. Es importante señalar que el cálculo de la evolución de las remuneraciones mediante el salario medio no está exento de inconvenientes. Desde el punto de vista de los datos, estos fueron obtenidos mediante encuestas anuales a todos establecimientos industriales del país. En dicha encuesta, las categorías del personal ocupado eran: empleados, obreros y familiares de los propietarios; Dirección Nacional del Servicio Estadístico, Anuario Estadístico de la República Argentina, Estadística Industrial, 1949-50, t. III, Ministerio de Asuntos Técnicos, Buenos Aires, 1951, pp. 26-27. El ítem “sueldos y salarios pagados”, según la metodología empleada, eran las sumas abonadas en efectivo durante ese año, pp. 4-21. En consecuencia, no está claro si el total de sueldos y salarios pagados por la industria, en el apartado “obreros” incluye o no los salarios de empleados y familiares de propietarios, capataces y/o administrativos; Dirección Nacional de Estadísticas y Censos Anuario Estadístico, cit., p. 291. Por otro lado, los datos anuales fueron ajustados según otras fuentes. Por ejemplo, según los relevamientos de base, entre 1946 y 1948 se redujo la cantidad de obreros empleados, Dirección Nacional del Servicio Estadístico, Anuario Estadístico…, cit., p. 26. Pero en la publicación del DNEC se corrigió la serie, ajustando según los datos del Censo Nacional de 1947, resultando un aumento de la cantidad de obreros; Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, Anuario Estadístico…, cit., p. 286. Desde otra perspectiva, las variaciones en el salario medio no necesariamente implican modificaciones en los salarios por categoría u ocupación, ya que contienen de manera implícita variaciones en la calificación de la mano de obra y otros elementos que no son necesariamente cambios en las remuneraciones consideradas.
[12] CEPAL, ob. cit.
[13] Un tema importante, no menor, es comprender qué se entendía en ese momento por “industria”, qué sectores incluía, y qué categorías.
[14] Pablo Gerchunoff, “Peronist Economic Policies, 1946-55”, en: Guido Di Tella y Rudiger Dornbusch, The political economy of Argentina (1943-1983), Oxford, Mac Millan Press, 1989, pp. 59-86.
[15] Esta serie es utilizada en: Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, El ciclo de la ilusión y el desencanto, Buenos Aires, Ariel Sociedad Económica, 2000.
[16] Juan Llach y C. Sánchez (1984), “Los determinantes del salario en Argentina. Un diagnóstico de largo plazo y propuestas de políticas”, en Estudios, nº 29, año VII, Córdoba, IEERAL, 1984.
[17] Para el período 1940-1949 se basa en los datos de Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, Anuario Estadístico…, cit., y en los convenios colectivos de trabajo. Para los años 1947 a 1949 las series son complementadas con datos de la CEPAL, ob. cit.; y de la CONADE- CEPAL, Distribución del ingreso y cuentas nacionales en Argentina, Buenos Aires, CONADE, 1965. Posteriormente, la fuente utilizada es Banco Central de la República Argentina, Sistema de cuentas de productos e ingreso de la Argentina, Buenos Aires, BCRA, 1975. Para la mayor parte de los sectores el período 1940-1946 es estimada mediante una extrapolación de la serie de salarios del sector manufacturero.
[18] Cabe mencionar que los trabajos que abordan los primeros años de la década de 1940, cuentan con datos directos continuos y homogéneos de la Dirección de Estadística Social, Nivel de vida de la familia obrera durante la Segunda Guerra Mundial, Buenos Aires, 1945. En gran parte fueron una continuación del trabajo de la División de Estadística del Departamento Nacional del Trabajo, bajo la dirección de Alejandro Bunge primero, y luego de José Figuerola, ver: Hernán González Bollo, “Paradojas de la capacidad estatal bajo el peronismo: la centralización estadística y el Cuarto Censo Nacional, entre el caos burocrático y la manipulación de datos, 1943-47”, en: XI Jornadas Interescuelas, Departamento de Historia, Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán, 2007. También: Hernán González Bollo, “La cuestión obrera en números: la estadística socio-laboral 1895-1943”, en: Hernán Otero (dir.), El mosaico argentino. Modelos y representaciones del espacio y de la población, siglo XIX-XX, Buenos Aires, Siglo XXI, 2007.
[19] Orlando Ferreres, Dos siglos de economía argentina, 1810-2010, Buenos Aires, Norte y Sur, 2010.
[20] Juan Iñigo Carrera, La formación económica de la sociedad argentina, Buenos Aires, Imago Mundi, 2007.
[21] Banco Central de la República Argentina, Sistema de cuentas…, cit.
[22] En la búsqueda de fuentes, también se encontraron o construyeron series de salarios y precios para ciudades importantes, como Rosario (1.702.975 habitantes) y Mendoza (252.336 habitantes). Los salarios estatales de Rosario se comportaron de manera similar a los de Buenos Aires. La evolución de los precios al consumidor, en cambio, mostró una tendencia alcista más importante en Rosario. Los salarios mendocinos industriales tuvieron la misma tendencia que los porteños, aunque el nivel anual fue diferente. Ver: Eduardo Martín Cuesta, “Una primera aproximación a los Precios, Salarios y Diferencias Regionales entre Mendoza y Buenos Aires durante el Peronismo (1940-1956)”, en: Revista de Economía Política de Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, FCE, 2017. También en el caso de Mendoza, los precios al consumidor se elevaron más que en la capital del país.
[23] Este decreto, de fines de diciembre de 1945 (y aplicado retroactivamente a ese año) transformó en obligación el pago del sueldo anual complementario (aguinaldo), que ya era una tradición en muchos sectores e industrias. El decreto fue publicado en el Boletín Oficial el 30/12/45. La medida no se aplicó al servicio doméstico. Durante el período peronista (1943-1955) las regulaciones al trabajo aumentaron en línea con el nuevo formato estatal (en parte iniciado en la década de 1930). Ya en 1943 el decreto 3771/43 extendía el salario familiar a los obreros ferroviarios. En 1944 el decreto 29.176/44 creó el Instituto Nacional de Previsión Social, que subsumió las cajas de jubilaciones y pensiones existentes. El decreto 30.656/44 reglamentó la medicina del trabajo. El decreto 32347/44 reglamentó la ley 12948/35 de Tribunales del Trabajo. En 1945 se reglamentó y puso en vigencia por el decreto 1740/45 las vacaciones pagas y por el decreto 23.852/45, las asociaciones profesionales de trabajadores. Este decreto se completó con el 23.852/45, que daba protección laboral a los delegados gremiales. El decreto 32.885/45 extendió las asignaciones familiares a los trabajadores de empresas fiscalizadas por el Estado. Pero el mayor golpe de efecto, fue el decreto 33.302/45, que reglamentaba y extendía las leyes 11.729/33 y 12.921/356. Entre otras medidas, se incluían las vacaciones pagas (ya existentes en muchos gremios y sectores), la indemnización por despido, licencias, etc.; Agustina Vence Conti y Eduardo Martín Cuesta, “Políticas laborales y salarios durante el primer radicalismo y el primer peronismo (1916-1955)”, en: Revista de Economía Política e Historia Económica, nº 32, año 10, Brasil, Grupo de Estudios de Economía Política e Historia Económica, agosto 2014, pp. 275-300.
[24] Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, Anuario Estadístico…, cit., pp. 138-139.
[25] Dado que se trata de salarios por hora, no se consideró el cambio en la cantidad de horas trabajadas por mes. Asimismo no se hizo el ajuste de reducción del salario por descuentos jubilatorios (INPS) y cajas complementarias de subsidios familiares.
[26] Antonio Vila, Precios de paridad para productos agrícolas en la Argentina, Buenos Aires, Sociedad Rural Argentina, 1958, p. 86. Dado que Vila ni Moyano Llerena aportan datos para 1939, se aplicó a dicho año el mismo nivel que para 1940. En todos los otros sectores parece haber existido una fuerte continuidad entre esos dos años.
[27] Carlos Moyano Llerena, “El nivel de vida de los asalariados”, en: Revista Panorama de la Economía Argentina, Buenos Aires, Estudio Llerena, 1957, agosto, pp. 90-100; “La experiencia de 15 años”, en: Revista Panorama de la Economía Argentina, nº 3, Buenos Aires, Estudio Llerena, 1957, diciembre, pp. 4-15.
[28] Antonio Vila, ob. cit., p. 59
[29] La serie de Moyano Llerena inicia en 1943. Para los años anteriores se utilizó exclusivamente Vila.
[30] Se puede mencionar que los salarios de peones y capataces de campo podrían haber tenido una menor regulación que los salarios urbanos.
[31] Ministerio de Cultura y Educación, Evolución de los salarios docentes, 1906-1975, Buenos Aires, 1976.
[32] Ferrocarriles Argentinos, Salarios básicos de convenio (1944-1965), Buenos Aires, FFCC Argentinos, 1966.
[33] Datos publicados el 1, 15 y 30 de junio de cada año. En el caso del año 1952 se tomó el 2 y 16 de junio al no publicarse avisos en las fechas usualmente utilizadas. En el año 1951 se tomaron datos del 29 de junio en lugar del 30 de junio. Diario La Nación, días indicados, años 1939 a 1957.
[34] Durante la Segunda Guerra Mundial 100.000 personas migraron anualmente del campo a la ciudad. Entre 1946 y 1950 la cifra se duplicó. Véase: Vicente Vázquez Presedo, Auge y Decadencia de la Economía Argentina, Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias Económicas, 1992, p. 154.
[35] Aldo Ferrer, La Economía Argentina, Buenos Aires, FCE, 1963, p. 193, señala al efecto: “la remuneración de los empleados públicos ha estado en los últimos 30 años permanentemente por debajo del nivel alcanzado en 1935”. Según Lascano, la gran expansión de empleados públicos de la época se vio contrarrestada en su impacto en el gasto público por un descenso de sus salarios reales. Ramón Lascano, Presupuestos y dinero, Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos aires, 1972, p. 165.
[36] Según las remuneraciones de cabos y subcomisarios que aparecen detallados en los presupuestos nacionales. Se trata de los integrantes de la banda de la fuerza de seguridad, Entre 1939 y 1955 sus sueldos nominales de triplicaron, un incremento menor al observado respecto de los salarios docentes y de los ferroviarios. Los presupuestos nacionales pueden consultarse en la página web del Ministerio de Economía de la República Argentina.
[37] Y dentro el grupo de trabajadores industriales, fueron mayores los aumentos de los obreros no calificados, en: Eduardo Martín Cuesta, ob. cit.
[38] CEPAL, ob. cit.
[39] Una primera observación sobre este IPC es que abarca fundamentalmente la ciudad de Buenos Aires, siendo discutible cuán representativo es de todo el espacio nacional. Solo el trabajo de Villanueva presenta un relevamiento de los datos de las diferentes provincias y ciudades, con el objetivo de capturar la dinámica nacional, en: Javier Villanueva, The inflationary process in Argentine 1943-1960, DTITDT, Buenos Aires, ITDT, 1966.
[40] Este organismo tuvo diferentes denominaciones entre 1907 y 1960, dependiendo en un principio del Departamento Nacional del Trabajo (1907-1943), de la Secretaría de Trabajo y Previsión (1943-45), del Departamento de Estadística Social (1945-1950), de la Dirección General del Servicio Estadístico (1950-52), de la Dirección Nacional de Servicio Estadístico (1952-56) y de la Dirección Nacional de Estadística y Censos (1956-1968).
[41] Para la ciudad de Buenos Aires se construyeron canastas de consumo por medio de encuestas de hogares en 1914, 1917, 1933, 1943 y 1960. Paralelamente, se dispone de canastas para las capitales de las provincias para 1943, en: Dirección de Estadística Social, Nivel de vida de la familia obrera durante la segunda guerra mundial. Buenos Aires, 1945.
[42] Resulta interesante esbozar una prosopografía de los índices de precios utilizados por la historiografía: si bien se cuenta con la publicación de la Dirección de Estadísticas y Censos, Costo de nivel de vida en la Capital Federal, Buenos Aires, 1963, con datos desde 1907 hasta esa fecha, los datos originales están dispersos en las numerosas publicaciones tanto del Departamento Nacional del Trabajo como de la División de Estadística. De allí que algunos trabajos utilicen el resumen publicado por el Comité Nacional de Geografía, Anuario Geográfico Argentino de 1941, Buenos Aires, 1942, y/o los datos de la Dirección De Estadística Social, Investigaciones sociales, Buenos Aires, 1946.
[43] Más allá de que las canastas de consumo utilizadas pertenecen a familias de obreros urbanos exclusivamente.
[44] Juan Carlos De Pablo, La Economía Argentina en la segunda mitad del siglo XX, Buenos Aires, La Ley, 2005, p. 340.
[45] Hernán González Bollo, “La cuestión obrera en números: la estadística socio-laboral 1895-1943”, en: Hernán Otero (dir.), El mosaico argentino. Modelos y representaciones del espacio y de la población, siglo XIX-XX, Buenos Aires, Siglo XXI, 2007, p. 15. También en: Hernán González Bollo, “Paradojas de la capacidad estatal bajo el peronismo: la centralización estadística y el Cuarto Censo Nacional, entre el caos burocrático y la manipulación de datos, 1943-47”, en: XI Jornadas Interescuelas, Departamento de Historia, Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán, 2007.
[46] Javier Villanueva, ob. cit., p. 40.
[47] Antonio Vila, ob. cit.
[48] El IPM fue calculado por el Banco Central de la República Argentina, con objetivos diferentes al IPC construido por la Dirección de Estadísticas.
[49] Vila calculó un Índice de Precios de Subsistencia Rural, tomando las siguientes categorías y ponderaciones en base a encuestas a agricultores: alimentos (49%), vestimenta (26%), vivienda (7%), menaje (6%), educación y cultura (7%), y atención médica y farmacia (5%). El hogar tipo considerado es pareja (padre y madre) con tres hijos entre 7 y 16 años. En: Antonio Vila, ob. cit.
[50] Los datos de consumo de alimentos y bienes durables entre 1946 y 1955 (CEPAL, 1958) muestran una evolución más cercana al nuevo cálculo de salarios reales.
[51] Estos vivieron una mejora en sus salarios reales cercanas al 45%, como en los casos de Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos o Uruguay. Argentina se parecería más a la postrada Alemania, que sin embargo muy poco después manifestaría una notable mejora en los salarios reales que dejaría atrás a la Argentina. Ver: Luis Bértola, L. Calicchio, M. Camou y G. Porciles, "Southern Cone real wages compared: a purchasing power parity approach to convergent and divergent trends, 1870-1996", DOL (Documentos online), reedición, FCS-UM; 19, UR, FCS-UM, 1999.
[52] Se debe tener en cuenta que los salarios de los obreros no calificados se habrían incrementado en mayor medida que los calificados, reduciendo el “skill premium”, en: Eduardo Martín Cuesta, ob. cit.
[53] Bellini también ha estimado un estancamiento o inclusive un deterioro del poder adquisitivo del salario industrial entre 1943 y 1953 (como en nuestro caso, con un aumento intermedio). Ver especialmente el Cuadro 9 de la página 144, donde se muestra un desempeño algo mejor del salario medio pagado por la industria, aunque esa serie no es comparable con la aquí presentada. Claudio Belini, “Inflación, recesión y desequilibrio externo. La crisis de 1952, el plan de estabilización de Gómez Morales y los dilemas de la economía peronista”, en: Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, nº 40, Buenos Aires, junio 2014 (enero-junio), pp. 105-149.
[54] Así lo considera Ramón Lascano, ob. cit., p. 154.
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