Dossier: La Argentina hace un siglo. Política, Economía, Sociedad e Historia (1916-1930)

Comentario a la ponencia del Dr. Juan José Llach - Panel "Economía y fiscalidad"

Noemí Girbal-Blacha
Universidad Nacional de Quilmes, Argentina

Investigaciones y Ensayos

Academia Nacional de la Historia de la República Argentina, Argentina

ISSN: 2545-7055

ISSN-e: 0539-242X

Periodicidad: Semestral

vol. 76, 2023

publicaciones@anhistoria.org.ar

Recepción: 21 Noviembre 2023

Aprobación: 12 Diciembre 2023



DOI: https://doi.org/10.51438/25457055IyE76e020

Los comentarios que aquí se exponen son propios de una historiadora formada en la Argentina y en el exterior durante más de medio siglo. Refieren a ciertos aspectos de la síntesis presentada como expresión del trabajo idóneo y sostenido de un sociólogo y economista distinguido: Juan José Llach. Sin lugar a dudas, se trata de un desafío difícil e interesante a la vez. Difícil por la reconocida trayectoria del autor de esta propuesta en el panel de Economía y Fiscalidad en la Argentina (1916-1930) de las Jornadas 2023 de la Academia Nacional de la Historia. Interesante porque la base de esta presentación son tres artículos pioneros y de referencia obligada en el tema, que fueron y son promotores de debates genuinos en tanto ejercicio intelectual. Una cualidad académica y esencialmente ciudadana que en los últimos años parece haberse adormecido en nuestra querida Argentina.

El primero de esos artículos es “Dependencia, procesos sociales y control del Estado en la década del treinta”, Desarrollo Económico, número 45, volumen 12, abril-junio de 1972. El segundo, “El Plan Pinedo, su significado histórico y los orígenes de la economía política del peronismo”, Desarrollo Económico, número 92, volumen 23, enero-marzo, 1984. Por último, “La Argentina que no fue”, IDES, 1985.

Con algo más de 25 años de edad el joven Juan José Llach escribía original y fundadamente acerca de estos problemas primordiales de la Historia Económica Argentina. Sus artículos y libros han formado y forman parte de los estados de la cuestión de nuestras investigaciones y de la bibliografía de nuestros programas de cursos y seminarios. Son textos de la historia argentina que siguen estando en la mesa de discusión académica y que debieran constituir insumos básicos de la formación ciudadana.

De la totalidad de la exposición escrita remitida por el disertante para este encuentro, quisiera detenerme en el pequeño pero sugerente libro editado en 1985, con el propósito de poner en tensión la afirmación de Juan José Llach acerca de La Argentina que no fue y -en todo caso- preguntar si esa Argentina de la cual nos habla queda circunscripta a la región pampeana, en tanto corazón del modelo agroexportador, y a las economías agroindustriales tradicionales (vitivinícola de Cuyo y azucarera del NOA), cuyos representantes se sentaron en la mesa de negociaciones hacia 1880 para constituir el Estado Nacional argentino. (Botana, 1977) La pregunta se vincula con la construcción de un país donde proliferaron "modelos irrealizados", como sostiene el propio Llach (1985).

Desde sus inicios en 1918 -al finalizar la Primera Guerra Mundial, coincidiendo con la reforma universitaria, los conflictos sociales urbano-rurales y ya producido el fin de la expansión horizontal agraria- hasta su desaparición en 1952, diversos fueron los caminos transitados por la Revista de Economía Argentina (REA) liderada por el por entonces joven Alejandro Bunge, desde cuyas páginas se presentaría hacia fines del decenio de 1910, un proyecto alternativo de país. También era variado el perfil de los jóvenes intelectuales preferentemente católicos que le dieron vida y vigencia, en su mayoría egresados de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la de Ciencias Exactas, con la influencia de la escuela histórica alemana y de la obra de Federico List, a quienes alude Llach con el título de su libro.[1] Los problemas económico-institucionales se plantearían con frecuencia en sus escritos, comentarios y artículos durante el período de entreguerras y como producto de las ideas generadas al interior de este círculo de intelectuales.[2]

Para Llach la Argentina propuesta por Bunge es sinónimo de la que nunca pudo llevar al éxito "un programa reformista moderno". La pregunta que se desprende de esta afirmación, es si estos jóvenes con visiones diversas, real y efectivamente querían llevar adelante una modernización que contrarrestara las inequidades territoriales y -si así lo fuera- en qué términos. En suma, en dicho programa modernizador ¿se tenían en cuenta las economías regionales de los márgenes del territorio argentino o se apostaba a las permanencias desiguales del pasado agroexportador en el mundo rural y a sus economías agroindustriales más poderosas?

Plantear e interpretar el proceso de un desarrollo agropecuario intensivo con industrialización de las materias primas nacionales sin una participación directa del Estado -que debía proponer políticas de mediano y largo plazo-, mejorar la calidad de vida de los sectores vulnerables, contrarrestar la desocupación, analizar la distribución de la renta y la presión impositiva, se constituyen en los ejes de la propuesta principal de la revista, de quienes en ella escriben y de sus directivos. Pero, en un país donde tuvieron lugar, como enuncia Llach, 20 intervenciones federales a las provincias sólo en el curso de la presidencia del radical Hipólito Yrigoyen y si se aplican esos objetivos al territorio, ¿se apuesta al equilibrio interregional? ¿esas intervenciones por decreto para “mantener la gobernabilidad”, estaban dirigidas sólo a los gobiernos opositores al yrigoyenismo o también a los propios, por ejemplo? Los casos de Mendoza, San Juan y Tucumán indican que también los correligionarios eran destinatarios de esas advertencias para limitar el poder que se pretendía ejercer más allá del gobierno nacional. El panorama es -sin dudas- complejo y en tiempos en que la conducción gubernativa está en manos del radicalismo lo es mucho más. Cuando hace del genuino respeto a la Constitución Nacional y “la reparación” como instrumento político sin proponer cambios en el modelo agroexportador, el estandarte de su bandera política. (Halperin Donghi, 2007; Rock, 2001; Persello, 2004; Saettone, 2012)

Estas fueron algunas de las preguntas que me animé a plantear hacia mediados de la década del 2010, con 40 años de carrera académica recorrida, y que dieran como resultado la publicación en 2018 del pequeño libro de mi autoría: ¿"La Argentina que no fue"? Las economías regionales norteñas en la Revista de Economía Argentina. Un atrevimiento de mi parte, que a mi juicio valió la pena y cuyas ideas centrales a la luz de la actual presentación del Dr. Llach me permito retomar en este comentario.

Alejandro Ernesto Bunge (1880-1943) lidera un equipo de colaboradores desde la REA, que registra subgrupos generacionales. Uno de ellos es el más o menos cercano a la denominada otra Generación del 80 con sus perfiles políticos identitarios; el otro se caracteriza por sus mayores nexos en materia de economía y rasgos conservadores en el plano político que definiera la realidad argentina de los años 30. Ambos inician un largo debate de ideas acerca de las políticas públicas destinadas a devolver el dinamismo económico que parece aletargado con el fin de la conflagración. Tal vez, por esa razón, el propio Bunge anuncia tempranamente que estamos "ante la última generación de importadores y estancieros. En la próxima generación, la de nuestros hijos, el predominio será de los granjeros y de los industriales". (Revista de Economía Argentina, XII, N° 70, p. 259)

Resulta interesante consignar que entre los representantes del primer grupo se destacan radicales como Luis Roque Gondra y demócratas progresistas como Juan José Díaz Arana. Entre los segundos: Enrique Ruiz Guiñazú, Ernesto Hueyo, Carlos Alfredo y Eduardo A. Tornquist, Alejandro Shaw, Miguel F. Casares, Carlos Güiraldes, Benito Nazar Anchorena, quienes ocupan espacios relevantes. En el plano político el común denominador es la Concordancia, alianza surgida en los albores de la década de 1930 para sostener la candidatura a Presidente de la República de uno de los líderes más hábiles de la derecha argentina: el General Agustín P. Justo.

La expresión que caracteriza a estos intelectuales y a esta empresa editorial, trae al escenario los ecos de la Argentina del 80 y del Centenario; los matices del proceso histórico a partir del Estado interventor de los años de 1930 con sus limitaciones; y finalmente, anticipa algunos aspectos del peronismo histórico que entre mediados del decenio de los 40 y de los 50 desempeña el gobierno nacional.

Si toda revista político cultural expresa un compromiso colectivo y busca "abrir un espacio de sociabilidad literaria e intelectual desde donde se organicen intercambios y confrontaciones”, a diferencia de los diarios que exponen las noticias de actualidad, entonces es posible afirmar que resultan portavoces de los proyectos e ideales de una generación, al menos. En tal sentido la REA recorre un importante itinerario, trasciende fracturas políticas e institucionales y se propone "moldear su propio tiempo", con sus códigos singulares, haciendo de la opinión una acción legítima que pretende influir en las políticas públicas. (Girbal-Blacha y Quattrocchi-Woisson, 1999; Poderti, 2005)

Sin dudas, las notas y artículos que la REA y su equipo de trabajo dedicaran -entre 1918 y 1952- a plantear la necesidad de diversificar y desarrollar la economía regional del Norte argentino, tanto en la subregión Oeste con epicentro en Tucumán y su concentrada industria azucarera, como en la postergada región del Gran Chaco Argentino: forestal, algodonera y yerbatera, buscan proponer con perspectiva microhistórica la interpretación de la macrohistoria (Aguirre Rojas, 2003) en esa Argentina que no fue. Más allá de su visión consistente acerca de la economía en estrecho nexo con la función pública, la REA ofrece un diagnóstico mensurable y preciso basado en la estadística, pero siempre asentado en las bases del modelo agroexportador nacido en la Argentina de fines del siglo XIX.

Este grupo de intelectuales -más ecléctico de lo que se muestra en primera instancia- como sostiene Juan José Llach propone brindar tempranamente una preferente atención al mercado interno, al sector agroindustrial, a las manufacturas, a la urbanización creciente, a la intervención estatal y sabe adecuarse para seguir editando la REA en tiempos del Estado Benefactor, nacionalista y popular. (Bohoslavsky y Soprano, 2010) Pero precisamente estos asuntos y recorridos analizados por Juan José Llach en este libro publicado a mediados del decenio de 1980 y al que esta presentación en la Academia Nacional de la Historia refiere, son los que promueven preguntas tales como: ¿a qué agroindustrias y materias primas del agro se refieren los colaboradores y editores de la Revista? ¿Hay otras opciones de diversificación productiva -por fuera de las tradicionales- para las economías regionales del interior? ¿Para cuáles? ¿Son parte sustantiva de este proyecto de la Argentina que no fue? Si la respuesta fuera afirmativa ¿Dónde y cómo se explicitan?

Mi opinión al respecto puede resumirse en: continuidad de principios más allá de las fracturas y disidencias.

Por cierto que Alejandro Bunge y sus discípulos hacen de la REA una tribuna de debate y de combate político, social y económico a través de esta publicación mensual o bimensual según las épocas; pero más allá de sus ideales y propuestas en favor de la industria, el mercado interno, las mejoras en la calidad de vida de amplios sectores de la sociedad y la diversificación productiva para combatir las sucesivas crisis de las economías regionales, se torna evidente que estos intelectuales no logran proponer alternativas duraderas, capaces de persistir en el mediano y largo plazo, para superar los desequilibrios interregionales más profundos de la Argentina, que son los que aún hoy subsisten.

Paul Valery consideraba a las revistas como “verdaderos laboratorios donde se caldean los ánimos y se experimentan numerosas tentativas, audaces e incluso imprudentes hipótesis que permiten avanzar a las ciencias y a las artes con un entusiasmo renovador”. (Place y Vasseur, 1977) Las revistas recorren itinerarios, se convierten en estructuras de sociabilidad y -como expuse en un párrafo precedente- hasta se proponen modelar su propio tiempo. (Pluet-Despatin, 1992) En este sentido la REA es caja de resonancia y tribuna legítima de los debates que acompañan al singular, turbulento y complejo siglo XX. Logra cumplir sus objetivos generales, pero dentro de los parámetros impuestos por el modelo agroexportador al cual sumaría la industrialización, sin conseguir el arraigo necesario para conformar una genuina Nueva Argentina.

La REA que encarna la Argentina que no fue, trasciende las rupturas del orden institucional y los cambios políticos, constituyéndose en creadora de espacios simbólicos donde los problemas de cultura general son vistos a través de un universo conceptual definido. De todos modos, no elude el compromiso político. La opinión fundada en la estadística y el conocimiento experto es su modo de sumarse a la acción, su disposición para debatir y combatir con matices singulares y directos, ejemplificadores del “deber ser”. (Cavalaro, 1996) Pero estas cualidades indiscutibles no parecieran llegar a plantear un proyecto capaz de incluir a las regiones más postergadas de la Nación Argentina.

Referencias bibliográficas

Aguirre Rojas, Carlos Antonio (2003). Contribución a la Historia de la Microhistoria Italiana, Rosario, Prohistoria Ediciones.

Bohoslavsky, Ernesto y Soprano, Germán (editores) (2010). Un Estado con rostro humano. Funcionarios e instituciones estatales en Argentina (desde 1880 a la actualidad), Buenos Aires, Prometeo Libros y Universidad Nacional de General Sarmiento.

Botana, Natalio (1977). El orden conservador. La política argentina entre 1880 y 1916, Buenos Aires, Sudamericana.

Cavalaro, Diana (1996). Revistas argentinas del siglo XIX, Buenos Aires, Asociación Argentina de Editores de Revistas.

Girbal-Blacha, Noemí y Quattrocchi-Woisson, Diana (1999). Cuando opinar es actuar. Revistas argentinas del siglo XX, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia.

Gonzalez Bollo, Hernán (2012). "La visión macroeconómica de Alejandro Bunge: Construcción de un modelo estadístico (Argentina, 1913-1920)", en Estatística e Sociedade, Porto Alegre, 2 de noviembre 2012, pp. 57-77.

Halperin Donghí, Tulio (2007). Vida y muerte de la República Verdadera, 1910-1930, Buenos Aires, Emecé Editores.

Llach, Juan José (1985). La Argentina que no fue, Buenos Aires, Ediciones del IDES, t. 1.

Persello, Ana (2004) Partido Radical. Gobierno y oposición, 1916-1943, Buenos Aires, Siglo Veintiuno editores.

Place, Jean-Michel y Vasseur, André (prol.) (1977). Bibliographie des Journaux Littéraires des XIXe. et XXe. siècles. Paris, Editions de la Chronique des Lettres Française.

Pluet-Despatin, Jacquelin. (1992). “Une contribution a l´histoire des intellectuels: Les revues”, en IHTP: Cahier 20, París, mars 1992, pp. 125-136.

Poderti, Alicia (2005). De Güemes a Perón. Revistas culturales y periodismo en Argentina, Buenos Aires, Nueva Generación.

Revista de Economía Argentina, Buenos Aires, abril de1924, XII, núm. 70, p. 259.

Rock, David (2001). El Radicalismo Argentino, 1890-1930, Buenos Aires, Amorrortu.

Saettone, Federico (2012). “Las prácticas políticas durante los primeros años del radicalismo argentino 1916-1922)”, en CONfines de relaciones internacionales y ciencia política, vol. 8, núm. 16, Monterrey, agosto /diciembre 2012, p. 137-156.

Notas

[1] La muerte del Director de la REA, Alejandro Ernesto Bunge en 1943, produjo algunas sinuosidades en la trayectoria emprendida por la revista, que no dejó de ser fiel a su perfil original.
[2] Publicidades de entidades financieras, compañías ferroviarias (Ferrocarril Central Argentino), imprentas (Guillermo Kraf Ltda), cementeras, productoras de electricidad, empresas agroindustriales de vinos, azúcares y de alimentos (Terrabusi) y bebidas (Bodegas Tomba, Cervecería Quilmes), sustentan gran parte de los costos de edición a lo largo de sus casi tres décadas y media de publicación.
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